FALACIAS
DEFENICIÓN
La palabra “falacia” es en sí misma un poco vaga. Un uso correcto de la palabra es el que se le
da para designar cualquier idea equivocada o creencia falsa, como la “falacia”
de creer que todos los hombres son honestos.
Pero los lógicos usan el término en un sentido más estricto y más
técnico: error en el razonamiento o la argumentación. Entonces, una falacia es, en el sentido en
que nosotros usaremos el término, un tipo
de razonamiento incorrecto. Puesto
que es un tipo de razonamiento incorrecto, podemos
hablar de dos razonamientos diferentes
que contienen o cometen la misma falacia.
Muchos argumentos son tan obviamente incorrectos que no engañan a
nadie. En el estudio de la lógica, se
acostumbra reservar el nombre de “falacia”
a aquellos razonamientos que, aunque incorrectos, son psicológicamente
persuasivos. Por tanto, definimos falacia como una forma de razonamiento que
parece correcto, pero resulta no serlo cuando se le analiza cuidadosamente. El estudio de estos razonamientos es
provechoso, pues la familiaridad con ellos y su compresión impedirá que nos
engañen.
CLASIFICACIÓN
DE FALACIAS
Las falacias se dividen
tradicionalmente en dos grandes grupos, las formales y no formales. En esta ocasión revisaremos solo las no
formales. Estas son errores de
razonamiento en las cuales podemos caer por inadvertencia, falta de atención en
el tema, o bien porque nos engaña alguna ambigüedad en el lenguaje usado para
formularlo. Podemos dividir las falacias
no formales en falacias de atingencia y falacias de ambigüedad.
FALACIAS DE
AMBIGÜEDAD
Las falacias no formales que pasamos
a considerar han recibido tradicionalmente el nombre de “falacias de
ambigüedad” o “falacias de claridad”.
Aparecen en razonamientos cuya formulación contiene palabras o frases
ambiguas, cuyos significados oscilan y cambian de manera más o menos sutil en
el curso del razonamiento y, por consiguiente, lo hacen falaz. Las siguientes son todas falacias de
ambigüedad; es útil dividirlas y clasificarlas según las diferentes maneras en
que pueden presentarse sus ambigüedades.
1.
El equívoco La primera falacia de ambigüedad que
examinaremos es la que surge del simple equívoco. La mayoría de las palabras
tienen más de un significado literal; por ejemplo, la palabra “pico” puede
designar una herramienta o la boca de una ave.
Si confundimos los diferentes significados que puede tener una palabra o
frase y la usamos dentro del mismo contexto con distintos sentidos sin darnos
cuenta de ello, entonces la estamos usando de manera ambigua. Y si el contexto es un razonamiento, entonces
cometeremos la falacia del equívoco.
Ejemplo:
“El fin de una cosa es su
perfección; la muerte es el fin de la vida; por lo tanto, la muerte es la
perfección de la vida”.
Este razonamiento es falaz porque en
él se confunden dos sentidos diferentes de la palabra “fin”. Esta puede significar “objetivo” o “último
acontecimiento”. Por supuesto que ambos
significados son legítimos, pero lo que es ilegítimo es confundirlos, como en
el razonamiento mencionado.
Hay un tipo particular de equívoco
que merece mención especial. Se
relaciona con los términos “relativos” ,
que tienen diferentes significados en contextos diferentes. Por ejemplo:
El razonamiento: “un hipopótamo es un
animal; por lo tanto, un hipopótamo gris es un animal gris”, es perfectamente
válido. La palabra “gris” es un término
no relativo. Pero el razonamiento: “ un hipopótamo es un animal; por lo tanto,
un hipopótamo pequeño es un animal pequeño”, es ridículo. El quid de la cuestión es que “pequeño” es un término relativo: un hipopótamo pequeño
es un animal muy grande.
2.
La anfibología. La falacia de
anfibología aparece cuando se argumenta a partir de premisas cuya formulación
es ambigua debido a su estructura gramatical. Un enunciado es anfibológico cuando su
significado es confuso debido a la
manera descuidada o torpe en que sus palabras están ordenadas. Un enunciado anfibológico puede ser verdadero
en una interpretación y falso en la otra.
Cuando se lo afirma como premisa en la interpretación que lo hace
verdadero y se extrae de él una conclusión basada en la interpretación que lo
hace falso, entonces se comete la falacia de anfibología.
Ejemplo:
Creso, rey de Lidia, planeaba una
guerra contra el reino de Persia. Como
era un hombre prudente, no quería arriesgarse a emprender una guerra sin tener
la seguridad de ganarla. Al consultar al oráculo de Delfos sobre la cuestión,
recibió la siguiente respuesta:” Si
Creso emprende la guerra contra Persia, destruirá un reino poderoso”: Encantado
con esta predicción, de la que infirió que destruiría al poderoso reino de
Persia, Creso inició la guerra y fue rápidamente derrotado por Ciro, rey de los
persas. Como éste le perdonó la vida,
Creso después escribió al oráculo una carta en la que se quejaba
amargamente. Los sacerdotes de
Delfos respondieron que el oráculo había
hecho una predicción correcta. Al
desencadenar la guerra, Creso destruyó un poderoso reino: ¡el suyo propio!
3.
El énfasis.
Como en el caso de todas las falacias de ambigüedad, se comete la del
énfasis en un razonamiento cuya naturaleza carente de validez depende de un
cambio o una alteración en el significado.
La manera en que los significados cambian en la falacia del énfasis
depende de las partes de él que se recalquen o destaquen. Es indudable que algunos enunciados adquieren
significados completamente diferentes según las diferentes palabras que se
subrayen. Considérese, por ejemplo, los
diferentes significados que resultan de la siguiente prohibición, según cuales
sean las palabras que se destaquen.
No debemos
hablar mal de nuestros
parientes. Cuando se la lee sin ningún énfasis indebido, la prohibición es
perfectamente correcta. Pero si se
extrae la conclusión de que podemos sentirnos libres de hablar mal de
cualquiera que no sea nuestro pariente, entonces esta conclusión deriva de la
premisa solamente si ésta tiene el significado que adquiere cuando se subrayan
las dos últimas palabras (nuestros parientes).
Pero, en este caso, ya no es aceptable como ley moral, tiene un
significado diferente y es, de hecho, una premisa diferente. Este razonamiento sería entonces un ejemplo
de falacia del énfasis.
4.
La composición. La expresión “falacia de
composición” se aplica a dos tipos de razonamiento inválidos, íntimamente
relacionados entre sí. El primero puede
describirse como llevar el razonar falazmente a partir de las propiedades de
las partes de un todo, a las propiedad del todo mismo.
Ejemplo:
Dado que todas las partes de una cierta máquina son livianas de peso, la máquina “Como un todo” es liviana.
Dado que todas las partes de una cierta máquina son livianas de peso, la máquina “Como un todo” es liviana.
El error se hace manifiesto cuando
consideramos que una máquina muy pesada puede estar compuesta por un gran
número de partes livianas.
5.
La división.
La falacia de división es simplemente la inversa de la falacia de
composición. En ella se presenta la
misma confusión, pero la inferencia procede en la dirección opuesta. Como en el caso de la composición, pueden
distinguirse dos variedades de la falacia de división. El primer género de división consiste en
argumentar falazmente que lo que es cierto de un todo, debe serlo también de
cada una de sus partes.
Ejemplo:
Puesto que una sociedad comercial es muy importante y el señor Pérez es funcionario de esta sociedad, por tanto el señor Pérez es muy importante.
Puesto que una sociedad comercial es muy importante y el señor Pérez es funcionario de esta sociedad, por tanto el señor Pérez es muy importante.
Se comete esta primera variedad de
la falacia de división en todo razonamiento tal que, por ejemplo, de la premisa
de que una cierta máquina es pesada, complicada o costosa se concluye que
cualquier parte de la máquina también debe ser pesada, complicada o costosa.
El segundo tipo de falacia de
división consiste en deducir de las propiedades de una colección de elementos
las propiedades de los elementos mismos.
Ejemplo:
Puesto que los estudiantes
universitarios estudian medicina, derecho, ingeniería, odontología y
arquitectura, por lo tanto cada uno de ellos, o algunos de ellos, estudian
medicina, derecho, ingeniería, odontología y arquitectura. Es cierto que los estudiantes universitarios,
colectivamente, estudian todas esas disciplinas, pero es falso que los
estudiantes universitarios, distributivamente, lo hagan. Algunos ejemplos de esta variedad de la
falacia de división a menudo tienen un aspecto de razonamiento válidos, pues lo
que es cierto de una clase distributivamente, sin duda es verdadero de cada
miembro. Así, el razonamiento:
Los perros son carnívoros
Los pekineses son perros.
Por lo tanto, los pekineses son carnívoros.
Es perfectamente válido. Por otra parte, si bien se asemeja mucho al
anterior, el razonamiento:
Los perros son comunes
Los pekineses son perros.
Por lo tanto, los pekineses son comunes.
no es válido, pues incurre en la
falacia de división.
Los indios americanos están desapareciendo.
Este hombre es un indio americano.
Por tanto, este hombre esta desapareciendo.
FALACIAS DE
ATINGENCIA
El rasgo común a todos los
razonamientos que cometen falacias de atingencia es que sus premisas carecen de
atingencia lógica con respecto a la
verdad o falsedad de las conclusiones que pretenden establecer.
1.
Conclusión Inatingente
La falacia
de la “conclusión inatingente” se comete cuando un razonamiento que se supone
dirigido a establecer una conclusión particular es usado para probar una
conclusión diferente. Por ejemplo, cuando se halla bajo consideración una
propuesta particular de dictar una legislación sobre la vivienda, puede
levantarse un legislador para hablar en favor de la ley y argumentar que todo
el mundo debe tener viviendas decentes.
Estas observaciones carecen de atingencia lógica con respecto al punto
en discusión, pues este se refiere a las medidas particulares que se proponen.
2.
Argumentum ad Hominem
A. Ofensivo
La
expresión argumentum ad hominem significa literalmente “argumento dirigido
contra el hombre”. Podemos designar la
primera variedad de esta falacia como la del tipo “ofensivo”. Se comete cuando, en vez de tratar de refutar
la verdad de lo que se afirma, se ataca al hombre que hace la afirmación. Por ejemplo: La filosofía de Bacon es indigna
de confianza porque este fue despojado de su cargo de canciller por
deshonestidad.
B. Circunstancial
La segunda interpretación de la
falacia del argumentum ad hominen, la
variedad circunstancial, puede explicarse de la manera siguiente. En una discusión entre dos personas, una de
ellas puede ignorar totalmente la cuestión relativa a la verdad o falsedad de sus
propias afirmaciones y tratar de probar, en cambio, que su antagonista debe
aceptarlas debido a especiales circunstancias en las que este puede
hallarse. Así por ejemplo: si uno de los contendientes es un sacerdote,
el otro puede argüir que debe aceptar una determinada aserción porque su
negación es incompatible con las Escrituras.
3.
Argumentum ad Ignorantiam (Argumento
por la ignorancia)
Podemos
ilustrar la falacia del argumentum ad
ignorantiam con el razonamiento de que debe de haber fantasmas porque nadie
ha podido demostrar nunca que no los hay.
Se comete esta falacia cuando se sostiene que una proposición es verdadera simplemente sobre la base de que
no se ha demostrado su falsedad, o que es falsa porque no se ha demostrado su
verdad es decir falta la demostración de aquello que se sustenta.
4.
Argumentum ad Verecundiam (La apelación a la autoridad)
El argumentum ad verecundiam es
la apelación a la autoridad, esto es, usar el sentimiento de respeto que siente
la gente por las personas con cierta notoriedad, para ganar el asentimiento de
su conclusión. Por ejemplo, si en una
discusión sobre religión uno de los antagonistas apela a las opiniones de
Darwin, una gran autoridad en biología, esa
apelación es falaz. De igual
modo, apelar a las opiniones de un gran físico como Einstein para dirimir una
discusión sobre agricultura o cardiología sería también falaz.
5.
Argumentum ad populum
Esta falacia se define como aquella
dirigida a un grupo de personas con el fin de hacer llegar a una conclusión
despertando pasiones y entusiasmo.
Debemos tener en cuenta la no formulación a exposición de razones, sino
de ideas con un alto contenido emocional.
Ejemplo:
Señores:”Sabemos que
el peruano siempre sale adelante, por más que en todas las partes del mundo nos
marginen siempre demostramos que podemos hacer bien las cosas esta ocasión es
solo una más. Demostremos de lo que son capaces estos “cholitos”, salgamos a la
cancha y mostremos al mundo que somos mejores”.
6.
Falacia por
causalidad incorrecta.
En ciencia, el hecho de que dos
fenómenos aparezcan vinculados (por ejemplo, si uno sigue habitualmente al
otro) puede ser un indicio de que existe entre ellos alguna relación causal,
pero no es suficiente para garantizar que así sea. Se cae en una falacia por causalidad
incorrecta cuando se establece la relación de causa a efecto sobre la base
de la observación simple de la concurrencia de dos hechos sin ninguna prueba
posterior. En un laboratorio químico,
por ejemplo, podría ser el caso que una muestra de cierta sustancia cambia de color y de consistencia
al ser sometida a la acción de un reactivo; es claro que atribuir el cambio de
color a la variación en la consistencia (o viceversa) sería una conclusión
apresurada y, en principio, falaz (más adelante, sin embargo, podría mostrarse
por medios distintos la relación de causalidad).
7.
Argumentum
ad baculum (Apelación a la fuerza)
Esta
falacia se comete cuando se apela a la fuerza o a la amenaza de fuerza para
provocar la aceptación de una conclusión.
Usualmente se acude a ella cuando fracasan las pruebas o argumentos
racionales. La apelación a métodos no
racionales de intimidación puede ser, naturalmente, más sutil que el uso
abierto o la amenaza explícita.
Un
hombre sube a un bus de transporte público y le dice a los pasajeros: “Acabo de
salir de prisión por homicidio y robo, pero ya no quiero robar ni hacerle daño
a nadie. Así que colabóreme con unos
caramelos…yo podría robarles pero no lo quiero hacer ¿Me colaboras con un
caramelo varón?
8.
Argumentum
ad misericordiam (Apelación a la piedad)
Esta
falacia consiste en apelar a la piedad para conseguir que se acepte determinado
conclusión. Se encuentra con frecuencia este tipo de argumentación en los
Tribunales de Justicia, cuando el abogado defensor deja de lados los hechos que
atañen el caso para lograr la absolución de su cliente despertando piedad en
los miembros del jurado.
Ejemplo:
Al
haber culminado el tiempo de asilo, en los Estados Unidos de América, para los esposos Sandivar, de
origen peruano, de acuerdo a las leyes migratorias de dicho país, deben ser
deportados. Sin embargo estos peruanos
han pasado diez años trabajando arduamente a doble turno, pagando impuestos
todos estos años, además tienen dos hijos, los cuales han nacido en los Estados
Unidos de Norteamérica, y uno de
ellos tiene retraso mental. Las
autoridades migratorias deberían tomar en cuenta estas situaciones y llegar a
una decisión final humanitaria: la no deportación.
9.
Falacia por
la apelación a la práctica común
Esta
falacia se comete cuando se intenta probar o justificar una determinada
posición sobre la base de que es lo más común en un determinado medio. Por ejemplo, si se afirma que en una empresa
es positivo que se lleve una contabilidad doble (con el fin de pagar menos
impuestos) porque todas lo hacen en nuestro país, se cae en este tipo de
falacia. Es frecuente encontrar este
tipo de razonamientos en las campañas publicitarias, en las que se trata de
mostrar que un producto es bueno solo porque es de consumo mayoritario.
10.
Accidente
Esta
falacia consiste en aplicar una regla general a un caso particular cuyas
circunstancias “accidentales” hacen
inaplicable la regla.
Ejemplo:
El
tío John le da su auto a su sobrino Joselito, horas después aparece John
tambaleándose en un deplorable estado etílico y, casi balbuceando, le dice a
Joselito que le devuelva su auto, Joselito, muy obediente le da las llaves y ve
como John se aleja raudamente por la Vía
Expresa en sentido contrario.
En
este caso se ve que Joselito ha cometido la falacia de accidente al aplicar una
regla general (devolver una cosa ajena a su dueño) a un caso particular cuyas
circunstancias son especiales (el manifiesto estado etílico de John).
11.
Accidente
inverso (Generalización apresurada)
Al tratar de comprender y caracterizar
todos los casos de cierta especie,
podemos prestar atención solo a algunos de ellos. Pero los casos examinados deben ser típicos
no atípicos. Si solo consideramos casos
excepcionales y generalizamos apresuradamente una regla que se adecue a ellos
solamente, se comete la falacia de accidente inverso.
Ejemplo:
Marcia
acude al médico porque padece de fuertes dolores en la mandíbula. Luego de muchos tratamientos el médico le
recomienda que fume marihuana antes de los alimentos, esto le ayudaría no solo
a disminuir el dolor sino también a que los vasos sanguíneos de la zona
afectada se dilaten, Fernandito, sobrino de Marcia, se entera de todo este
nuevo tratamiento y decide fumar marihuana antes de sus comidas, justificando
su proceder en la recomendación del médico.
12.
Petitio
Principii (Petición de principio)
Al
tratar de establecer la verdad de una proposición a menudo buscamos premisas
aceptables de las cuales pueda deducirse la proposición aludida como
conclusión. Si alguien toma como premisa
lo que se quiere probar, la falacia cometida es la de Petitio Principii o
Petición de principio.
Ejemplo:
Doctora
soy una mujer de 35 años con varias relaciones de pareja en mi pasado y siempre
me he preguntado por qué los hombres se excitan tanto con caricias en las
piernas.
Eso se
debe, querida paciente, a la enorme excitación que implica este acto.
13.
Pregunta
compleja
Esta
falacia se comete cuando se realiza una pregunta dentro de la cual se presupone
un hecho.
El error de
razonamiento se da cuando al responder la pregunta compleja, tácitamente se
acepta el hecho presupùesto.
Ejemplo:
Camille le
pregunta a Gala: ¿hace cuánto tiempo que escuchas voces?
En esta
pregunta Camille presupone que Gala escucha voces.
Otro
ejemplo: John dime ¿aún besas a tus amigos?