miércoles, 11 de junio de 2014

SANTO TOMÁS DE AQUINO

    

Santo Tomás de Aquino (1225-1274) 

Llamado Doctor Angélico; el Aquinate, El padre de la Escolástica; el Príncipe de la Escolástica. Teólogo y filósofo italiano. Hijo de una de las familias aristócratas más influyentes de la Italia meridional, estudió en Montecassino, en cuyo monasterio benedictino sus padres quisieron que siguiera la carrera eclesiástica. Posteriormente se trasladó a Nápoles, donde cursó estudios de artes y teología y entró en contacto  con la Orden de los Hermanos Predicadores.
En 1243 manifestó su deseo de ingresar en dicha Orden, pero su familia se opuso firmemente, e incluso su madre consiguió el permiso de Federico II para que sus dos hermanos, miembros del ejército imperial, detuvieran a Tomás. Ello ocurrió en Acquapendente en mayo de 1244, y el santo permaneció retenido en el castillo de Santo Giovanni durante un año. Tras una queja de Juan el Teutónico, general de los dominicos, a Federico II, éste accedió a que Tomás fuera puesto en libertad. Luego se le permitió trasladarse a París, donde permaneció desde 1245 hasta 1256, fecha en que obtuvo el título de maestro en teología.
Durante estos años estuvo al cuidado de Alberto Magno, con quien entabló una duradera amistad. Les unía –además del hecho de pertenecer ambos a la Orden dominica- una visión abierta y tolerante, aunque no exenta de crítica, del nuevo saber grecoárabe, que por aquellas fechas llegaba masivamente a las universidades y centros de cultura occidentales. Tras doctorarse, ocupó una de las cátedras reservadas a los dominicos, tarea que compatibilizó con la redacción de sus primeras obras, en las cuales empezó a alejarse de la corriente teológica mayoritaria, derivada de las enseñanzas de San Agustín de Hipona.
En 1259 regresó a Italia, donde permaneció hasta 1268 al servicio de la corte pontificia en calidad de instructor y consultor del Papa, a quien acompañaba en sus viajes. Durante estos años redactó varios comentarios al Pseudo-Dionisio y a Aristóteles, finalizó la Suma contra los gentiles, obra en la cual repasaba críticamente las filosofías y teologías presentes a lo largo de la historia, e inició la redacción de su obra capital, la Suma Teológica, en la que estuvo ocupado entre 1267 y 1274 y que representa el compendio último de todo su pensamiento.
Tomás de Aquino supo resolver la crisis producida en el pensamiento cristiano por el averroísmo, interpretación del pensamiento aristotélico que resaltaba la independencia del entendimiento guiado por los sentidos y planteaba el problema de la doble verdad, es decir, la contradicción de las verdades del entendimiento y las de la revelación.
En oposición a esta tesis, defendida en la Universidad de París por Siger de Brabante, afirmó la necesidad de que ambas fueran compatibles, pues, procediendo de Dios, no podrían entrar en contradicción; ambas verdades debían ser, además, complementarias, de modo que las de orden sobrenatural debían ser conocidas por revelación, mientras que las de orden natural serían accesibles por el entendimiento; filosofía y teología son, por tanto, distintas y complementarias, siendo ambas racionales, pues la teología deduce racionalmente a partir de las premisas reveladas.
A medio camino entre el espiritualismo agustiniano y el naturalismo emergente del averroísmo, defendió un realismo moderado, para el cual los universales (los conceptos abstractos) existen fundamentalmente in re (en las cosas) y sólo formalmente post rem (en el entendimiento). En último término, Tomás de Aquino encontró una vía para conciliar la revalorización del mundo material que se vivía en Occidente con los dogmas del cristianismo, a través de una inteligente y bien trabada interpretación de Aristóteles.

Estructura de la Suma Teológica
de Santo Tomás de Aquino (1225-1274)
Doctor de la Iglesia Católica 
Teología (1).
DiosDios uno (2-26), Dios trino (27-43), Dios creador (44-74).
Criaturasángeles (50-64), hombre (75-102), cosmos (103-119).
Bienaventuranza, fin del hombre (1-5)
Actos humanos (7-21). Pasiones (22-48), hábitos (49-54).
Virtud (55-67), dones (68-70), vicio y pecado (71-89)
Leyen general (90-97), antigua (98-105), nueva (106-108).
Gracia (109-113), mérito (114).
Virtudes teologales: fe (1-16), esperanza (17-22), caridad (23-46)
Virtudes cardinales: prudencia (47-56), justicia (57-122),
fortaleza (123-140), templanza (141-170).
Carismas (171-178) y estados de vida (179-189).
Cristo: Su encarnación (1-6), sus cualidades (7-26), su vida (27-59)
Sacramentos: en general (60-65). 
Bautismo
 (66-71), Confirmación (72), Eucaristía (73-83), Penitencia (84-90).
Sup III. Suplemento de la tercera parte (Supplementum tertiae)

Complementa lo que dejó inconcluso Santo Tomás: otros sacramentos y Novísimos. No incluido.


CINCO VÍAS TOMISTAS PARA EL CONOCIMIENTO DE DIOS
Primera Vía
La primera es la vía del movimiento: la realidad del cambio o del movimiento (en sentido aristotélico) exige necesariamente la existencia de un primer motor inmóvil, porque no es posible fundarse en una serie infinita de iniciadores del movimiento. 
Segunda Vía
La segunda es la vía de las causas eficientes: puesto que las causas eficientes forman una sucesión y nada es causa eficiente de sí mismo, hay que afirmar la existencia de una primera causa.
Tercera Vía
La tercera es la vía de la contingencia y del ser necesario: como es un hecho que hay seres que existen y que podrían no existir, esto es, que son contingentes, es forzoso que exista un ser necesario, ya que, de otra forma, lo posible no sería más que posible.
Cuarta Vía
La cuarta es la vía de los grados de perfección: puesto que todas las cosas existen según grados (de bondad, verdad, etc.), debe también existir el ser que posee toda perfección en grado sumo, respecto del cual las demás se comparan y del cual participan.
Quinta Vía
La quinta es la vía teleológica o del orden y la finalidad: existe un diseño o un fin en el mundo, por lo que ha de existir un ser inteligente que haya pretendido la finalidad que se observa en todo el universo.